En 1248 se incorporó a la cristiana Corona de Castilla, al ser reconquistada bajo el reinado de Fernando III, quien fue el primero en ser enterrado en la Catedral de Sevilla. A partir de entonces Sevilla, repoblada por la aristocracia castellana, como capital del Reino de Sevilla fue una de las ciudades con voto en cortes y alojó la corte itinerante en numerosas ocasiones. Durante la Baja Edad Media la ciudad, su puerto y su activa colonia de mercaderes genoveses se situaron en una posición periférica pero importante en el comercio internacional europeo. En ese tiempo sufrió dramáticas convulsiones económicas, demográficas y sociales como la Peste Negra de 1348 o la revuelta antijudía de 1391.

El puerto de Indias, que en el siglo XVI albergaba un gran número de embarcaciones a lo largo del río Guadalquivir. Se observa al fondo la Giralda, a la izquierda el puente de de barcas y a la derecha la Torre del Oro.
Durante el siglo XVI la ciudad experimentó un gran desarrollo y transformación y se construyeron algunos de los edificios más importantes del centro histórico. La ciudad llegó a ser un centro multicultural lo que ayudaría al florecimiento de las artes, jugando un papel importante en el Siglo de Oro español. Destacaron entonces las fábricas de jabón, la artesanía de la lana y de la seda, y la cerámica sevillana.
Coincidiendo con su momento artístico más brillante, el Barroco, se vio afectada por la crisis del siglo XVII, lo que significó una decadencia económica y demográfica, al tiempo que la navegación por el Guadalquivir se dificultaba cada vez más, hasta que el monopolio comercial y sus instituciones se trasladaron a Cádiz. En esta época la ciudad padeció además otra gran epidemia de peste que mató a unas 60.000 personas, en torno a la mitad de la población. A finales del siglo XVIII Sevilla
En la segunda mitad del siglo XIX se produjo una revitalización de la ciudad, con la llegada del ferrocarril, el derribo de parte de las murallas y un crecimiento hacia el este y hacia el sur.
Durante el siglo XX, además de sufrir la represión de la Guerra Civil y la posterior dictadura militar, presenció hitos decisivos como la Exposición Iberoamericana de 1929, la Exposición Universal de 1992 o su elección como capital de la autonomía andaluza.
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